miércoles, 9 de enero de 2013

TRAS LAS HUELLAS DE MI SER


La filosofía de Sócrates exhortaba al conocimiento de uno mismo, un viaje que se convierte en un verdadero reto, tal vez por que a muchos nos da miedo ahondar en nuestros recuerdos y quedar atrapados en ellos, o porque quizás nadie nos ha puesto en situación de escucha para esa voz o para esas voces, somos seres humanos mas dado a la inmediatez que al discernimiento por afán del diario vivir, quizás solo en momentos como: fracasos sentimentales, muerte y la enfermedad nos ponen en una postura introspectiva. Sin duda alguna, el hecho que nos miremos a nosotros mismos en forma frecuente y sistemática, nos ayudará a conocernos mejor. Este ejercicio no debe ser casual o motivado por alguna situación de presión que estemos pasando, porque comenzar a ser reflexivo, hasta estar en medio del momento difícil, no será provechoso; debemos más bien mirar antes a nuestro mundo interior y advertir las zonas de peligro para tratarlas a tiempo. 

Es la fijación en nuestra autobiografía personal y espiritual que nos permite el reconocimiento de nuestro ser, a partir de ese recorrido hacia el fondo de nosotros mismos para encontrar  hitos y huellas de los que somos hoy, esta odisea se encamina a saber dar respuesta al interrogantes como ¿Por qué somos como somos?, en este sentido la escritura se convierte en una herramienta, un oráculo donde el punto de referencia somos nosotros mismos, es así como nuestra vida, puede entonces, ser comprendida, evaluada, sopesada y lo mas importante reconstruida.  En esta época de profundas  transformaciones, que implica un replanteamiento del pensamiento individual y colectivo.

Desde que fuimos concebidos inicia nuestro proyecto de vida, que va mas allá  de pasar por simplemente las etapas biológicas de vida nacer, creer reproducir y morir, es encontrarnos a nosotros mismos desde nuestro quehacer diario, enmarcados por un ambiente familiar, escolar, laboral y social, con el fin de darle sentido a nuestras vidas, como seres pensantes y reflexivos que somos.
Por tanto no es posible el surgimiento de una transformación fundamental en una sociedad a menos que el individuo se transforme. La educación se convierte en el motor principal de la transformación social, ya que ella determina la clase de individuos que se está produciendo, entonces vemos que la misión del docente  requiere una mente abierta al cambio, resultado de una mirada introspectiva para el reconocimiento de su propio ser,  que debe condensarse en un  enfoque inclusivo que se basa en la valoración de la diversidad como elemento enriquecedor del proceso de enseñanza-aprendizaje y en consecuencia favorecedor del desarrollo humano. Reconoce que lo que nos caracteriza a los seres humanos es precisamente el hecho de que somos distintos los unos a los otros y que por tanto, las diferencias no constituyen excepciones. Desde esta lógica, la escuela no debe obviarlas y actuar como sí todos los niños aprendiera de la misma forma, bajo las mismas condiciones y a la misma velocidad, sino por el contrario, debe desarrollar nuevas formas de enseñanza que tengan en cuenta y respondan a esa diversidad de características y necesidades que presentan los alumnos.
Ser formador más que un simple educador implica plantearse interrogantes tales como:   ¿Está el alumno dispuesto a asimilar todo lo que escucha? .El maestro conocedor de la materia, es en muchos casos, un emisor de la información, él sabe lo que dice,  es autoridad en su pequeño espacio, pero poco atiende a la actitud receptiva del alumno, escasamente sabe de la disponibilidad de su sensación, de la amalgama de emociones que se multiplican en el interior del estudiante hasta llenarlo de todas las angustias, gigantes que devoran la energía del joven sin dejar espacio para lo que el maestro pretende enseñar.
¿Quién sabe lo que siente el alumno? Los grupos de clase en las escuelas se han conformado de forma muy heterogénea, los estudiantes vienen de tipos diferentes de familias, algunas muy disfuncionales que dejan profunda huella en ellos, con poca capacidad de concentración, muy distraídos, con reducida capacidad de captación, otros, con profundos resentimientos por las condiciones familiares, personales o sociales por las que han atravesado, pocos, muy pocos en el estado óptimo que les posibilita el aprendizaje en la escuela. De ahí la importancia, que el maestro conozca la sensibilidad que presenta el alumno, sus necesidades, pero sobre ese su mundo interior que envuelve al estudiante hasta, en ocasiones, asfixiarlo sin más vida que su  soledad.
La sensibilidad, es la capacidad de vibrar de emocionarse, de  reaccionar y que toca a la persona emocionalmente. La vivencia psicológica que está presente, pone la mente en contacto con el mundo exterior, pero, en muchas ocasiones, se da la vivencia de la información interior, que está formada por la historia personal desde el nacimiento y se logra por la suma de los impactos negativos y positivos que quedan grabados en la sensibilidad, como cintas magnéticas, experiencias que nos hacen reaccionar de una determinada manera frente al vivir cotidiano.
Con frecuencia se forman quistes dolorosos del pasado dentro de nuestro cuerpo, exactamente en nuestro espíritu que, al ser estimulados, reaccionan en forma exagerada con agresiones o inhibiendo la respuesta en forma pasiva, y esta es la forma en la que algunos estudiantes responden frente a la información escolar, frente a la educación, a esas estrategias que el maestro ha implementado como parte de su programa de trabajo, pero que no darán el resultado deseado, no porque les falte ciencia, no porque les falte sustento pedagógico, sino porque el alumno ha sido lastimado más allá de su capacidad de equilibrio y su actitud de defensa ante las agresiones vividas, bloqueará toda posibilidad de respuesta. Entonces, el maestro debe saber qué pasa dentro de sus alumnos para saber el impacto de la información recibida, para saber que deberá sortear, cómo podrá enfrentar el reto que cada alumno representa. Actualmente, las acciones desarrolladas se han quedado mucho más en el nivel cognoscitivo, evaluaciones en donde lo único que se explora es el nivel de la memoria, de la capacidad de retención momentánea, aunque se ha querido ir más allá, poco se explora realmente el fondo de la conducta de los adolescentes.   En el mejor de los casos, hay alumnos que vierten en un examen lo enseñado, hay otros que hacen uso de la memorización o del aprendizaje de las formas de respuesta que el maestro espera, pero esto no se transfiere como una experiencia de aprendizaje. El ser humano es mucho más que mente, pero con frecuencia a la escuela sólo le importa la información, las formas de aprendizaje de las condiciones impuestas, desviándose del camino que apunta a una formación integral de la persona.
 Debemos tener presente que, un muchacho primero se presenta al salón de clases sintiendo y después pensando. Es por tanto, primero un sujeto emocional que puede dar paso al cognoscente. Entonces, lo importante es cómo el alumno toma conciencia de sus aprendizajes, cómo participa en la construcción de su proceso de conocimiento, cómo maneja y aplica la información; no debemos olvidar que el pensamiento del hombre no tiene una dimensión definida, ni tiempo, ni espacio.  Por eso el maestro debe ubicarse en el aquí y el ahora, y hacer sentir al grupo una presencia real. Establecer, de alguna manera, las reglas de comunicación entre él y el grupo, que los estudiantes sientan que están aquí, y entonces, es cuando se puede iniciar la clase compartiendo en el grupo lo que sintieron: ¿Qué pasó en mí durante este tiempo de clases?, ¿qué me quedó de nuevo?, ¿qué cosas ya sabía, pero que con el nuevo aprendizaje las retroalimente?, entonces es cuando los estudiantes y el maestro podrán compartir las reflexiones acerca de ¿qué me llevo hoy? Es la invitación al alumno a que, sin desprenderse del presente, tenga todo el pensamiento atento para describir la sensación, con el objeto de integrar la información para sí mismo.
Cuando hablamos de educación y que el docente debe ser mejor, siempre pensamos en la escuela o en una institución. Sin embargo hoy debemos hacernos la pregunta ¿a quién corresponde la educación?, ¿Quién educa?, ¿Es responsabilidad de todos?
Por tanto, la educación es una responsabilidad compartida en que interviene la persona, la familia, la escuela y la sociedad que exige compromisos y participación de todos. La familia es la influencia más fuerte en la educación, la primera instancia educadora, donde el niño aprende lo que vive a través del ejemplo, queramos o no, conscientes o no, el padre y la madre ocupan un papel de transmisores de valores.
De lo anterior se deduce que el papel de los formadores no es tanto "enseñar", unos conocimientos que tendrán una vigencia limitada y estarán siempre accesibles, sino como ayudar a los estudiantes a "aprender a aprender" de manera autónoma en esta cultura del cambio y promover su desarrollo cognitivo y personal mediante posturas críticas y reflexivas.

Diana Burbano

ESCENARIOS REALES DE APRENDIZAJE


UNA MIRADA HACIA EL DESARROLLO HUMANO



DESARROLLO HUMANO

Desde la aparición del homo-sapiens, el ser humano ha sido capaz de modificar el ambiente a través de sus actividades y se diferencia de las otras especies debido a su capacidad de raciocinio y en el trascurrir del tiempo
ha  evolucionando puesto que ha tenido que adaptarse a las condiciones de vida que se le presentan a través de la historia.De aquí que el desarrollo humano se ha entendido como avance, crecimiento y superación o en otras palabras como ese camino que conduce al objetivo primordial de todo ser humano que es satisfacer sus necesidades básicas a partir de sus capacidades y  a medida en que se apropie del conocimiento y la información adecuada logrará la consecución de una mejor vida. Como decía Aristóteles. "Alcanzar la plenitud del florecimiento de las capacidades humanas es el sentido y fin de todo desarrollo”.
Sin duda alguna el actor principal es el ser humano, pero no está solo, en el contexto debemos incluir cuatro aspectos fundamentales: el político, el económico, el ambiental y el social. Pero para buscar su equilibrio, es indispensable una herramienta universal “la educación”,  ligada directamente al desarrollo humano y al progreso de nuestra sociedad desafortunadamente existen limitantes tales como la desigualdad, la inequidad, la falta de compromiso por parte del sector político, y la falta de recursos económicos,  marcan una divergencia en nuestra estructura social; dicho de otra manera, los sectores privilegiados son aquellos que cuentan con una mayor accesibilidad a la educación y por ende una mejor calidad de vida que los sectores deprimidos que tienen poco o no tienen acceso a la educación. Por tanto se requiere que los gobiernos operen  bajo criterios de eficiencia, equidad y transparencia en el momento de distribuir regalías  y no dejar  que esos principios se han una simple utopía.

 Diana Burbano